La historia de la franquicia es fascinante, este sistema, tal y como lo conocemos hoy en día, tiene su origen a mediados del siglo XIX en Estados Unidos, concretamente en el año 1862 de la mano de la compañía I.M. Singer & Co, dedicada a la fabricación de máquinas de coser, cuando comenzó a utilizar esta fórmula empresarial para solventar las necesidades de distribución y cobertura de sus productos. De esta forma, las necesidades de expansión de la industria del norte del país, lleva a sus empresarios a buscar la colaboración de los comerciantes de otras zonas, con lo que da comienzo y se inicia la verdadera esencia del sistema de franquicia: la colaboración entre empresarios independientes para la obtención de un fin común.
Es con el tiempo, donde muchas otras compañías empezaron a adoptar este concepto y implantaron la figura de concesionarios y distribuidores oficiales. Este fue el caso de varios fabricantes de automóviles, como Ford o General Motors y que actualmente es compatible con la práctica totalidad de empresas fabricantes de automóviles, así como también de algunas compañías de refrescos, como es el caso de Coca Cola, que acertó a expandirse, en numerosos países, con un sistema y formato equivalentes.
En concreto, en 1929, General Motors recurre a un contrato que favorece el asociacionismo entre la central y sus distribuidores, de forma que se facilita la colaboración entre las partes, al tiempo que ambas mantenían niveles razonables de independencia. De esta forma, la reacción ante las leyes antitrust, tendentes a evitar la integración vertical de distribuidores y productores, facilitó el desarrollo efectivo del sistema de franquicias, de cuya vitalidad y éxito da fe su actual expansión a prácticamente todos los sectores de la economía.
Al tiempo que en los Estados Unidos las empresas tomaban conciencia de las ventajas de este sistema, también en Europa muchos empresarios veían en la franquicia importantes posibilidades de futuro. Así, en Francia, encontramos el caso de los propietarios de la fábrica de lanas La Lainiere de Roubaix, cuando se aseguraron la salida comercial de sus productos creando la firma Pingoüin, donde pudieron asociar un gran número de minoristas. Éstos, en el momento de firmar el contrato con la empresa matriz, se aseguraban la exclusividad de la distribución de los productos Pingoüin en su zona geográfica.
Sin embargo, no fue hasta después de la II Guerra Mundial, cuando en Estados Unidos se desencadenó un desarrollo masivo del sistema de franquicia, al reactivarse la producción civil. Las empresas necesitaban una rápida expansión por todos los mercados, mientras que un gran número de pequeños inversores e inmigrantes, viéndose en la necesidad de participar en la nueva vida económica de su país, encontraron en la misma una buena solución para buscarse un medio de vida.
Es en los años cincuenta, cuando se inicia el despegue del “fast food”, con nombres tan conocidos como McDonald’s, Burger King o Kentucky Fried Chicken. Son numerosos los sectores que comenzaron a sumarse a este método de expansión de negocios, hasta el punto de alcanzarse, ya en 1988, el medio millón de establecimientos que daban ocupación a unos siete millones de personas, sólo en EE.UU.
De igual forma, en los 70 y ya en Europa, debido a la saturación de muchos mercados, comienza a desarrollarse en toda su plenitud el sistema de franquicia. Ya no basta con tener un producto para lograr el acceso a un mercado, hace falta algo más, una marca, una idea o un formato innovador y atractivo, y la franquicia cubre todas estas necesidades. Así, y para fortalecer las relaciones entre las marcas, se construye el contrato de franquicia actual y que todos conocemos, configurado a su vez con otros conceptos como el de la transmisión del Know-How o Saber Hacer, la asistencia permanente y la formación que se afianzan posteriormente en el Código Deontológico Europeo de la Franquicia.
Mientras tanto, la franquicia comenzó a implantarse en España a finales de la década de los 60, con la entrada de algunas firmas extranjeras, principalmente de Francia, en el sector del equipamiento personal, y estadounidenses en “fast-food”. Además, poco a poco, el propio desarrollo de la distribución alimentaria irá desencadenando la creación de cadenas, que serán el germen de muchas enseñas franquiciadoras. Sin embargo, todo este proceso de asentamiento se prolongará durante más de 20 años y estará marcado por un desconocimiento total de esta fórmula empresarial, tanto a nivel empresarial como popular.
No es hasta la década de los 90, cuando se inicia el verdadero desarrollo de la historia de la franquicia en nuestro país.
De ser un sistema desconocido, pasa en poco tiempo a convertirse en una fórmula empresarial de éxito demostrado. Su evolución desde entonces, hasta el momento actual no ha cesado y son muchos los pequeños y medianos empresarios españoles los que han sabido aprovecharla. Actualmente, el desarrollo y la implantación de la franquicia en España es ya un hecho y alcanza a todos los sectores de actividad: restauración, alimentación, servicios, moda, viajes, peluquerías, belleza, consultoría, gimnasios, lavanderías, por citar sólo algunos ejemplos. Y basta recorrer cualquiera de las principales calles de las grandes ciudades o los centros comerciales para poder darnos cuenta de su alcance.
En muy corto espacio de tiempo nuestro país ha conseguido situarse al mismo nivel que otros mercados de nuestro entorno que tradicionalmente nos superaban, y ha sido a la vez capaz de sobrepasar a muchos de ellos. Somos internacionales, somos exitosos. Ya no hay duda de que el sistema de franquicia ha permitido dar un auténtico cambio cualitativo en los sistemas de distribución empresarial, y que seguirá marcando la evolución del mercado durante las próximas décadas.
En Tormo Franquicias Consulting somos expertos en el sistema de franquicia y en el desarrollo de proyectos empresariales.
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